Fútbol - Superclásico Acuerdos y presiones detrás de Darío Herrera  Si bien la designación oficial la realizó la Conmebol el sábado pasado, Boca y River sabían desde hace diez días quién sería el árbitro del próximo jueves. El jueves a las 21 y en La Bombonera, Darío Herrera hará su debut como árbitro en competencias internacionales con apenas 30 años y, además, juegan Boca y River por un lugar en los cuartos de final de la Copa Libertadores. La lupa, las historias de café y la leyenda urbana sumado a las palabras de un lado y del otro que ponen en observación su capacidad hasta que se demuestre lo contrario corren el eje y el motivo real por el que un país y más de 50 mil personas en un estadio se detengan a ver si un tipo –ahora vestido en colores– saca una tarjeta de más y, compensa, de alguna manera, la fragilidad de Germán Delfino en el juego de ida.
Lo que Boca y River pretenden es jugar a condicionar un arbitraje, entendiéndose como parte de la estrategia, enviar mensajes a los medios y, peor aún, poner y sacar nombres de un bolillero simulador de realidades. Antes del comienzo de esto que se llamó la trilogía del superclásico, Luis Segura, presidente de la AFA, Daniel Angelici y Rodolfo D’Onofrio –las autoridades de Boca y de River– participaron de ese sorteo que, luego de un acuerdo de caballeros, dejaba en claro quién iba a dirigir en la ida de los octavos. Con Patricio Loustau confirmado para el partido por el torneo local, de los cinco papelitos puestos en la danza de la fortuna, el que salió elegido fue Horacio Ceballos. Sin embargo, desde Conmebol no lo consideraron apto para este tipo de compromisos y el que apareció con el silbato en la mano fue Delfino. Sí, el hombre que dos semanas atrás había sido protagonista de una situación capaz de desafiar el reglamento FIFA con una decisión apoyada en la tecnología –en el partido entre Vélez y Arsenal cobró un penal a favor del local, expulsó a Rosero Valencia y anuló su decisión cuando se enteró por la televisión que Mariano Pavone era quien la había tocado con la mano– y que abre un debate tabú en el mundo del fútbol.
La actuación en el Monumental –situaciones violentas protagonizadas por Leonel Vangioni, Carlos Sánchez, Ramiro Funes Mori, Pablo Pérez y las reiteradas faltas de Andrés Cubas– no fueron sancionadas con expulsión y eso terminó siendo el disparador para encontrar las razones de la derrota de Boca y del triunfo de River, con el penal que, justamente, anotó Sánchez. Esto, definitivamente, le cerró las puertas a un posible regreso de Néstor Pitana a un Boca-River en La Bombonera. El mundialista en Brasil con trayectoria internacional daba el perfil para lo que tal vez sea el partido más importante de los últimos tiempos en el Superclásico. Sin embargo, Pitana se quedó afuera por cobrar un córner que no fue. Boca lo sacó de circulación, simplemente, por el tan famoso tiro de esquina que derivó en el error de Agustín Orion y en el posterior cabezazo de Funes Mori. Un córner, y esa derrota, hicieron esquiva su chance.
Entonces, y cuando el apellido de un tal Herrera empezaba a sonar fuerte el viernes pasado –día de definiciones, luego postergadas– el sábado y por lo bajo se conoció la elección. Dijo Miguel Scime, director de formación arbitral de la AFA: “Boca y River no incidieron en su designación”. Dijo D’Onofrio: “Confiamos en Herrera, es un árbitro con mucha proyección y con chances de ser mundialista. Pero si dirige mal, chau, adiós.” Dijo Angelici: “No hubo ningún misterio en la designación de Herrera. Le están metiendo una presión terrible. Él tiene que intentar pasar desapercibido (sic).” Dijo Rodolfo Arruabarrena: “Trato de que el equipo piense solamente en el jueves, las declaraciones no sirven para nada. Todos saben que a Herrera lo sortearon.” Dijo Marcelo Gallardo: “A Darío Herrera hay que respetarlo. Después de lo que pasó, van a intentar condicionar al árbitro.” Dijo el propio Herrera: “Estoy sumamente tranquilo. Estoy feliz, contento. Pero no me permiten hablar mucho. La Conmebol me envió un correo electrónico. Compartí esa alegría con mi familia.”
Todos los protagonistas de esta novela –menos el actor principal– se exponen en un papel con dejos de miseria y que solamente aspira a poder sacar alguna ventaja del escenario que se le presenta al curioso debutante. Herrera, faltaba más, será el responsable del equipo que se quede en el camino. Porque, claro, reparar en el planteo de Arruabarrena en la cancha de River o en la violencia desmedida de los futbolistas que dirige Gallardo en el clásico de ida no son parte de ningún análisis posible. La culpa es ajena, y es barata y en medio de esta desmedida exposición para un árbitro y su primera experiencia –aquí, un punto interesante para la discusión: en la previa, no está capacitado por su juventud, pero Carlos Fayt, que nació en plena era amateur decide desde la Corte Suprema sobre la vida de los argentinos con 97 años– apareció un viejo tuit del sobrino de Rolando Schiavi, actual entrenador de la Reserva de Boca y aparente amigo de Herrera en Lincoln.
“Me acabo de cruzar al árbitro y amigo Darío Herrera. Le dije que lo banco a muerte y que estuvo muy bien con las gallinas, jaja”. 17 de septiembre de 2013 a las 10:31 PM. Lo firma Nahuel Schiavi y entonces eso sumado a aquel partido que el ex defensor de Boca jugó en su pueblo para su despedida –y que casualmente dirigió Herrera– son aportes esenciales para llegar a la conclusión de que el árbitro es hincha de Boca y, por eso, la pregunta de la prensa:
–¿Usted es hincha de Boca? –No soy de Boca ni de River, soy de la Selección.
El final de esta trilogía de los Superclásicos empezó con la discusión por las fechas, siguió con el bolillero y con los árbitros –pulgar para arriba, pulgar para abajo en un sorteo que no es tal– y el espectáculo ahora se reduce a que Boca y River asistirán al debut de Herrera como árbitro internacional. Este jueves, a las 21, y en La Bombonera.
Fuente: El Gráfico
Martes, 12 de mayo de 2015
|