IFE Multiplicar el IFE: microemprendimientos con $10 mil
Emprender nunca es fácil, y menos cuando aún sigue la cuarentena estricta en varias zonas del país, pero hay quien invirtió su IFE de manera creativa.
Más de ocho millones de personas accedieron desde abril al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) otorgado por el Gobierno a quienes trabajan en el sector informal de la economía, o a monotributistas de las categorías menores. Después de cuatro meses de cuarentena no faltó el espíritu emprendedor y la creatividad del público para hacer rendir ese dinero, y multiplicarlo.
Por ejemplo, Ezequiel Massón arrancó hace algunas semanas su emprendimiento de pastas caseras gracias a los $10.000 del IFE, a su máquina para cortar pastas (una antigua inversión muy oportuna) y sus cálculos que lo dejaron convencido de que "con una (horma de) muzzarella y 5 kilos de harina se pueden hacer 30 pizzas y ya se triplica" el dinero recibido.
A $44 el kilo de harina, no menos de $300 el de muzzarella comprado en un mayorista y $30 el sobre de la levadura seca, Massón invirtió una parte ínfima de su capital inicial para empezar su negocio desde su propio hogar sin romper la cuarentena. Después sumó los costos de la pasta, como los $59 de la media docena de huevos en el marco del programa de Precios Cuidados o el precio de lo que vaya en el relleno. Su emprendimiento llegó al presidente Alberto Fernández.
Manos limpias, cuentas claras
Quienes deseen emprender en el medio del caos de la cuarentena tendrán que tener en cuenta los condicionamientos básicos que aún rigen en todo el país: el lavado frecuente de manos y el uso de barbijo y gorro, que son obviedades en las cocinas profesionales. Pero además les convendrá hacer números antes de arrancar su proyecto.
Preparar conservas como escabeches, mermeladas y frutas en almíbar sólo tiene lógica si se eligen ingredientes estacionales, y si se dispone de los fondos para invertir en frascos de vidrio que se pueden hervir para esterilizar, y que una vez llenos se cierran y se ponen boca abajo para lograr el cierre al vacío.
En ese sentido pasan al frente los budines, muffins, las galletas y otros productos que se pueden hacer en placas o moldes descartables, y que llevan ingredientes básicos como huevos, harina, azúcar, leche, ralladura de algún cítrico o rellenos de mermeladas o dulce de leche. Además son la delicia de las redes sociales, donde se puede llegar a la comunidad sin salir del hogar.
Panificados "La Cuarentena"
Una de las primeras modas de la cuarentena fue probar recetas de pan de masa madre, una combinación ancestral de agua y harina que necesita más de 10 días para fermentar y convertirse en una suerte de levadura o "base" para una hogaza de corteza crujiente y miga con alveolos amplios. La temperatura ambiente puede ser la única trampa en tan simple esquema porque el frío atenta contra la preparación inicial.
Para el resto de los panificados, una cucharadita del sobrecito de $30 de levadura seca es la solución más efectiva y por cada kilo de harina pueden salir dos panes de molde o flautas, o varios pebetes, facturas figacitas y miñones. Nótese que algunas de estas recetas llevan leche, a $45 el litro, o manteca, que figura a casi $100 en Precios Cuidados.
Si el amasado o el vinagre no son el fuerte de la persona emprendedora existen otros rubros de la gastronomía, como los platos hechos, que demandan el uso de gas o electricidad por parte de quien los prepara. La receta de chipá también quedó algo afuera de la mayoría de los presupuestos por el costo del queso.
Todo es cuestión de hacer los números teniendo en cuenta la experiencia culinaria y el "resto" del IFE del que se disponga.
Fuente: Minuto Uno
Martes, 14 de julio de 2020
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